lunes, 19 de octubre de 2015

Reseña De: Siete Esqueletos Decapitados

   
¿La verdad? Me daba miedo leer este libro. Mucho miedo. Tenía la primera edición a la mano desde hace años, con esa espeluznante muñeca de porcelana en la portada, y me afligía la sensación de que me iba a aterrar y que no podría pegar ojo después de leerlo.

Para empezar: sí, es una novela de miedo: provoca miedo y explora el miedo. Sí, habla de asesinatos y sangre y sacos de huesos y funerales. Pero también habita un mundo de fantasía al que pueden acceder con toda emoción niños de doce o trece años en adelante. El mundo de la historia, a fin de cuentas, resulta ser peor, y mucho mejor, de lo que imaginamos: coincide con lo sobrenatural, con los demonios, con los fantasmas, con la batalla épica entre el bien y el mal en la que todos debemos tomar partido. Y aquí, los niños y jóvenes son claves fundamentales para la lucha. 

Los personajes principales –Nicte, la figura del asesino; Sergio, el protagonista de 13 años; y el teniente Guillén, el policía que todo buen thriller debe tener, pero quien en este caso tendrá que contar con la ayuda de Sergio para descifrar los enigmas y seguir las pistas– son todos personajes redondos, verosímiles, interesantes, y nos impulsan dentro de su aventura a toda velocidad, siempre coherente y bien estructurada, manteniendo el ritmo y suspenso sin tregua.  La ciudad de México juega también un papel importante; es, como en toda buena novela negra, un personaje más de la historia. A fin de cuentas, la novela no evita los temas que acechan a esta ciudad y este país, ni la violencia que los subyace de forma histórica y cotidiana. Al contrario, ésta está ahí, palpitante, pero la novela nos ofrece maneras de asirla, discutirla, enfrentarla desde el terreno de la fantasía.

El chiste es que no, no pude dormir, y sí fue culpa de este libro, que no me dejó cerrarlo hasta terminar la última página, que me obligó a quedarme sentada y leerlo de una sentada. Muy recomendable. Ahora sí, Nocturno Belfegor, ahí te voy.
-Ivana    

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